Cualquiera que se haya dado una vuelta por la recolección de la aceituna y la conociera hace tan solo un par de décadas podrá atestiguarlo:la automatización ha hecho que la mano de obra necesaria para lograr un mismo resultado sea mucho menor. Y lo será cada vez más y no solo en el campo, sino en multitud de sectores. Andalucía −y Jaén− han entrado en una nueva reindustrialización. Y de avanzar al ritmo al que lo hace actualmente, un 4% anual, podría suponer una revolución en el mercado de trabajo de características desconocidas en el último medio siglo. De este modo, llanamente, define la situación la Asociación de Empresarios del Sur de España (Cesur), en su memoria 'Mercado de trabajo en Andalucía 2008-2018, de la crisis a la recuperación: un análisis del sector industrial y de los efectos del cambio tecnológico'. Se trata de un informe elaborado por su servicio de estudios a partir de microdatos de la EPA y otros informes que evalúa los cambios en la estructura económica y del empleo en Andalucía y hace una proyección de futuro para dentro de dos décadas.
Se hace especial mención a una «reindustrialización» de la actividad económica andaluza y, de forma conexa, un «cambio tecnológico» que, a su juicio, «generará una nueva oleada de automatización y podrá amenazar empleos que en previas revoluciones industriales no lo estaban». Y en ello, Jaén es de las que sale peor paradas: según las cifras que maneja Cesur, la probabilidad de automatización de los empleos en territorio almeriense es del 54,91%, la tercera mayor de toda Andalucía. La que más es Almería con el 62,97% mientras que Sevilla es la única que mantendrá a priori más de la mitad de su estructura actual intacta, con el 48,84%.
La razón por la cual se encuentra a la cabeza en potencial automatización del empleo reside en su estructura económica. Y es que la mayor parte del empleo está en sectores de alta probabilidad de cambios por la inclusión de máquinas en los procesos productivos: peones agrarios, empleados de administración y logística, dependientes en comercios, peones de transporte y reponedores o ayudantes en preparación de alimentos, por poner algunos ejemplos. Todos estos sectores tienen una probabilidad de automatización superior al 85%. «El actual cambio tecnológico, basado en una intensificación de la robotización y de la irrupción de la inteligencia artificial, muy probablemente va a generar una segunda ola de automatización», insisten desde Cesur. «El desarrollo de los nuevos avances tecnológicos, como son los sensores o los procesadores de última generación, potenciados en parte por el abaratamiento en su puesta en funcionamiento, aumentará la ventaja competitiva de un robot o de un código programado. En consecuencia, este proceso de intensificación en la automatización podrá amenazar empleos que con anterioridad no lo estaban», insisten.
Los más y menos afectados
El comportamiento será desigual por sectores. Y la robotización tiene un potencial muy superior en sectores de baja cualificación. Por ello, apuntan, la probabilidad de automatización de los empleos ocupados por personas con estudios primarios o inferiores asciende hasta casi el 70%, bajando ligeramente a medida que se incrementa el nivel de estudios. Así, para los trabajadores con estudios secundarios, la probabilidad se mueve entre el 65% y el 57%.
Por último, para los trabajadores con estudios superiores, la probabilidad cae de forma significativa, hasta el 38% tanto en España como en Andalucía. Ahora bien, algunos sectores parecen estar inicialmente a salvo. Especialmente las ocupaciones exigen de la presencia física del trabajador y donde la relación directa entre el empleado y el cliente es importante. «Así, por ejemplo, es el caso de las actividades educativas y sanitarias, aunque también artísticas a las que hay que unir, lógicamente, las actividades donde las habilidades cognitivas e intelectuales humanas son muy importantes, como la investigación y desarrollo o la programación y consultoría», defienden desde Cesur. No obstante, hacen un llamamiento a la calma: la llegada de la automatización no significa necesariamente que todos estos empleos vayan a desaparecer del todo, sino que algunas de las tareas −o la mayor parte− serán automáticas. «En todo caso −subrayan− y esto es quizás lo más importante que debemos comprender, la automatización supondrá un choque al que todas las economías deberán enfrentarse, exigiendo por parte de administraciones, empresas y personas un fuerte ajuste en sus habilidades. Para ello tanto la educación reglada general como la ofrecida por las empresas para sus empleados, deberán orientarse a unos nuevos modos de producción muy diferentes al de décadas pasadas».