Enrique Manso Responsable del sector agroalimentario de PwC, presentará el martes 20 de marzo, en un acto organizado por HOY y La Asociación de Empresarios del Sur de España, Cesur, un informe sobre las claves para la transformación de la agroindustria extremeña.
Cambio climático, envejecimiento de la población, descenso de ayudas públicas o cómo exportar más. Sobre estos asuntos, Enrique Manso Nerín (Zaragoza, 22 de abril de 1975), responsable del sector alimentario de la consultora PwC, abordará el próximo martes, en el Palacio de Congresos de Villanueva de la Serena, las claves para la transformación del sector agroalimentario extremeño. El acto está organizado por HOY y Empresarios del Sur de España (Cesur). Cuenta con el patrocinio del Banco Santander.
-¿Cuál es la idea central del informe que va a presentar?
-El informe trata de dar respuestas sobre qué es lo que está pasando, qué es lo que nos queda por pasar y en qué tenemos que cambiar en el sector agroalimentario. Ese el mensaje a transmitir. Lo que vamos a hacer es mirar hacia fuera, qué están haciendo otros, y racionalizar algo que en el fondo todo el mundo sabemos y que al final vivimos como una situación artificial o atípica.
-¿A qué se refiere?
-Cuando miras bien la situación del campo ves que es un sistema, en cierto modo, sujetado, sostenido de alguna manera artificial. Sé que es un tema polémico pero lo cierto es que hablamos de un sistema muy subvencionado. Hablamos de las ayudas, de la PAC. Tienen sentido para solucionar desequilibrios puntuales o como una especie de ayuda táctica pero cuando se convierte en algo estructural, cuando el sistema ya no es viable sin ellas, lo que estamos haciendo es enmascarar una realidad diferente. En nuestros supermercados tenemos productos que vienen de países que jamás hubiéramos pensado que pudieran competir con los nuestros. Por ejemplo el tomate, donde Extremadura es líder productor. No quiero entrar en la discusión si es un tomate mejor o peor. Son cultivados en climas fríos, húmedos, sin luz...¿Tenemos que competir contra eso? Tenemos que estar atentos porque se trata de una elección exclusivamente del consumidor. O ponemos en valor nuestros productos de forma que podamos justificar una diferencia de precio o ponemos en marcha determinados niveles de eficiencia, de investigación, de desarrollo..., que justifiquen ante el consumidor que es preferible pagar un poquito más por un producto sustancialmente mejor.
-¿La calidad no es suficiente para ser competitivos?
-Al final solo hay dos formas de competir: por precio, ser más barato; o por calidad. La calidad es lo que te permite cobrar un poco más. Al final, aunque tengas un sistema productivo más caro, te puede salir igual de rentable o más si logras competir bien gracias a la calidad.
Debilidades y fortalezas
-En su informe se atisban más aspectos para ser pesimista que optimista sobre el futuro del sector.
-Hacer una lectura autocomplaciente es peligroso. Por eso preferimos ir a cara descubierta y ser en algunos aspectos no pesimistas sino más bien realistas. Hay sectores que han desaparecido y otros cambiarán. Aquí hay que diferenciar lo que es la situación típica y los retos específicos del sector a medio o largo plazo. Hay cambios que se producen de forma muy rápida y otras muy despacio y como ocurre lentamente nos vamos acostumbrando. Pongo el ejemplo de la rana en la olla de agua caliente. Ya se sabe: metes una rana en una olla de agua, vas subiendo la temperatura poco a poco y la rana se va a acostumbrando a un grado más, a uno más... hasta que al final se cuece. Es lo que creemos que está empezando a pasar. El cambio climático no es algo que ocurra poco a poco. El demográfico, lo mismo... Si a eso le sumas la nueva PAC, con menos fondos presumiblemente, y el impacto del Brexit me parece que son muchos cambios.
-¿Qué aspectos ve como favorables para el sector agrario?
-Tenemos un clima muy diverso, con muchos ecosistemas particulares dentro de la misma región como pasa en Extremadura, que te permite una diversidad brutal. También tenemos infraestructuras agrícolas que ya las quisieran para sí otros. Por ejemplo, un holandés, para poder cultivar, necesita un invernadero, iluminarlo, calentarlo... Nosotros, con mucho menos, podríamos hacer mucho más. Tenemos una tradición. A eso le sumanos instituciones preocupadas, grandes investigadores y productos con una buena marca. Y, por último, hemos aprendido a ir hacia fuera. La crisis nos ha obligado. Ha habido un recorrido tremendo y un cambio brutal en las exportaciones. Ahí está el caso de Extremadura el año pasado, (las ventas al exterior crecieron un 14% y llegaron a la cifra más alta).
Fuente: Diario HOY